sábado, 11 de dezembro de 2021

Sobre "El texto como palimpsesto. Reflexiones en torno a la lectura literaria" de Germán Osvaldo Prósperi

2021-12-07 (7 horas no total, somando leitura, transcrição de citações e escrita de comentários)

Referência completa

Prósperi, Germán Osvaldo. “El texto como palimpsesto. Reflexiones en torno a la lectura literaria.” Revista Chilena de Literatura, nov. 2016, n. 93, p. 215–234.

Citações com comentários

La hipótesis que quisiéramos proponer es que en toda lectura literaria intervienen al menos dos textos. Por un lado, el texto efectivamente escrito, es decir la escritura impresa sobre el papel (o sobre otro soporte: pantalla, plástico, etc.) que vemos con nuestros ojos; por otro lado, un segundo texto imperceptible, invisible, superpuesto, de alguna manera, al primero. (PRÓSPERI, 2016, p. 215)

Então há uma proposta clara: dois textos simultaneamente presentes em cada leitura. A citação a seguir os define.

[…] un texto actual, perteneciente al registro de lo visible; por otro lado, un texto virtual, perteneciente al registro de lo invisible. Nadie duda, por supuesto, de la existencia del primer texto, el que efectivamente leemos cuando seguimos con la mirada la secuencia de palabras dispuestas según un orden predeterminado. El problema surge cuando intentamos aprehender el segundo texto, el invisible, el que no cae bajo el poder de nuestros ojos. (PRÓSPERI, 2016, p. 216)

Então o projeto do artigo é explicar cuál es el estatuto de este segundo texto enigmático y, al mismo tiempo, la relación que mantiene con el texto visible. (PRÓSPERI, 2016, p. 216.) Na nota de rodapé núm. 6, ele diz algo importante:

6 Como veremos más adelante, nuestra categoría de palimpsesto difiere de la hipertextualidad de Genette. La scriptio inferior, el hipotexto, no es un texto cronológicamente anterior a la scriptio superior, al hipertexto. Ni siquiera es una obra efectivamente existente. En nuestro caso, como explicaremos en las páginas que siguen, ambas escrituras son coextensivas y simultáneas. […] De todas formas, a pesar de hablar de una auto-hipertextualidad, Genette tiende a pensar la relación entre la scriptio inferior y la scriptio superior de manera sucesiva y no, como en nuestra perspectiva, simultánea, o, por lo pronto, tiende a pensarla como una simultaneidad que remite por necesidad a un momento o texto previo. Nuestra categoría de palimpsesto, por el contrario, no se define por una sucesión temporal, sino más bien, como hemos anticipado, por una coexistencia espacial o, para decirlo con mayor precisión, por una simultaneidad temporal y por una contigüidad espacial. (PRÓSPERI, 2016, p. 217)

Assim, PRÓSPERI (2016) não está apenas propondo uma relação empírica entre dois textos, mas uma relação também imaterial e virtual. Essa palavra parece importante. Mas ainda resta saber como se dará essa relação.

La práctica de utilizar códices ya escritos como soportes de una nueva escritura es interesante, además, porque revela siempre, según afirma Edoardo Crisci, “…una condición de malestar, de crisis, de desorientación cultural en relación al producto-libro…” (cfr. 43). No es casual, en este sentido, que también Crisci llegue a sostener que “…las prácticas de cancelación de la scriptio inferior [resultaban] siempre en cierta medida traumáticas…” (42). El lavado o el raspado de la escritura antigua implica, por necesidad, una cierta forma de trauma. (PRÓSPERI, 2016, p. 218)

Então há alguma psicanálise dos textos, pois trata-se de falar de cierta forma de trauma social que ocorre devido ao apagamento dos textos antigos/inferiores e da sobrescritura (cunharei esse termo como tradução provisória de scripto superior, atentando mais para o aspecto material e empírico do fato).

Según nuestra hipótesis, todo texto literario funciona como un palimpsesto, es decir como un lugar o una superficie topológica en la que coexisten por lo menos dos escrituras: una visible, la scriptio superior, y otra invisible, la scriptio inferior. Por la misma razón, si todo texto literario guarda la forma de un palimpsesto, y si la práctica del palimpsesto es siempre traumática, entonces toda escritura, todo texto literario es por necesidad traumático. Escribir, desde este punto de vista, es borrar una escritura previa, es superponer dos textos, pero al mismo tiempo, y de ahí su carácter traumático, es volver invisible el codex antiquior, la escritura inferior, para que se haga visible el codex recentior, la escritura superior. Si, como han afirmado varios pensadores contemporáneos, desde Georges Bataille a Maurice Blanchot, desde Michel Foucault a Jacques Derrida, la escritura posee una relación íntima con la muerte, es quizás porque escribir, dar a luz una escritura, supone por necesidad dar muerte a otra escritura coextensiva, aunque no más originaria. La escritura vive, pues, de su propia muerte. El texto no es sino el lugar de este encuentro decisivo, el tejido en el que se entrecruzan la vida y la muerte del lenguaje. El escritor, el textor, es el tejedor, el que hilvana, con su praxis, los hilos de la vida y de la muerte, de lo visible (la scriptio superior) y de lo invisible (la scriptio inferior). Se debe matar la escritura antigua para dar vida a la nueva. De todas formas, no se trata de un proceso sucesivo, sino de una coexistencia o una simultaneidad, un poco al modo en que Xavier Bichat pensaba la relación, también contemporánea, entre la vida y la muerte. (PRÓSPERI, 2016, p. 218)

De fato, como previa, há uma relação com Michel Foucault sendo feita na nota de rodapé 8, presente ao final da citação acima, bem como uma psicanálise do texto, em que se fala do escritor como tecelão, entretecendo, isto é, tramando vida e morte de línguas e de textos. Assim se justifica, para PRÓSPERI (2016), a psicanálise do texto, seu estatuto traumático. Não me convence, mas é bonito. Vejamos que mais ele tem a dizer.

Ambos textos, ambas escrituras, son siempre heterogéneas. Sobre todo en la Antigüedad, y hasta bien entrada la Edad Media, los pergaminos utilizados como soportes de nuevas escrituras eran por lo general de origen diverso […] por razones de comodidad, nos concentraremos en las dos escrituras que hemos distinguido hasta aquí, la inferior y la superior, teniendo en cuenta sin embargo que la más antigua, al igual que la más reciente, puede englobar escrituras en sí mismas múltiples y heterogéneas. […] en el caso de los textos literarios que no entran bajo esa categoría (en su sentido tradicional) el codex antiquior, la escritura inferior, es por cierto invisible y, según una paradoja que tendremos que considerar, prácticamente inexistente. (PRÓSPERI, 2016, p. 219)

Então PRÓSPERI (2016) está efetivamente discutindo um texto inexistente, quer dizer, algo proposto apenas teoricamente, uma ficção teórica para analisar ficções. Fascinante torção. Ao final do parágrafo citado acima ele faz uma pergunta que recorda simultaneamente Walter Benjamin e Giorgio Agamben (PRÓSPERI, 2016, p. 219): ¿Cómo es posible leer lo que no puede ser leído? He aquí la aporía que tendremos que resolver.

Adiante, El caso paradigmático de esta forma excéntrica de palimpsesto ha sido detallado con genialidad por Jorge Luis Borges en su relato Pierre Menard, autor del Quijote. (PRÓSPERI, 2016, p. 219–20.) Porém, a definição dada logo antes não pareceria indicar esse exemplo em particular: En los textos literarios que leemos cotidianamente, la scriptio inferior, invisible y aparentemente irreal, pareciera haber desaparecido por completo o, incluso, pareciera no haber existido nunca. Es una mera apariencia, no obstante. Una apariencia provocada por la casi coincidencia de ambas escrituras. (PRÓSPERI, 2016, p. 219) — como se vê, não pareceria ser o caso de Pierre Menard, mas de alguma alusão sem qualquer evidência empírica. Uma vez que o conto de Borges envolve a repetição exata de palavras do romance de cavalaria, PRÓSPERI (2016) parece apostar num exemplo que vai contra sua própria formulação. Ele tenta dar uma torção à questão na página seguinte, quando tenta definir a partir de uma citação do próprio conto de Borges, veja-se:

Como puede observarse, las dos frases son verbalmente idénticas; sin embargo, como dice Borges, la de Menard es infinitamente más rica. De allí que Borges pueda hablar del vívido “…contraste de los estilos” (cfr. 449) de ambos autores. Mucho más arcaizante y afectado el de Menard; espontáneo el de Cervantes, que maneja con desenfado el español de su época. Ambas citas, la de Cervantes y la de Menard, llevan al extremo la tensión entre las dos escrituras que conforman todo texto literario. Pero lo interesante no concierne solo a la escritura, a la praxis escritural. Si bien la mayor parte de los comentarios que ha recibido este relato de Borges lo interpretan como una reflexión sobre la escritura, lo cierto es que el mismo Borges, hacia el final, se encarga de extrapolar el núcleo del relato hacia el problema de la lectura. “Menard (acaso sin saberlo) ha enriquecido mediante una técnica nueva el arte detenido y rudimentario de la lectura: la técnica del anacronismo deliberado y de las atribuciones erróneas” (450). Es posible que Pierre Menard, autor del Quijote, a fin de cuentas, no sea sino una extraordinaria reflexión sobre la lectura. Leer, en tal caso, no significaría solo recorrer con la mirada el texto de Menard o el de Cervantes, la scripto inferior o la scripto superior, sino más bien hacer coexistir ambos textos, el de Menard y el de Cervantes, las dos escrituras, la inferior y la superior. Leer, en consecuencia, no significaría privilegiar una escritura sobre la otra, sino volver perceptible sus tensiones y sus discrepancias. (PRÓSPERI, 2016, p. 221)

Na nota de rodapé 14, ao final da citação acima, ele ainda afirma: en nuestra perspectiva, y también –creemos– en la hermenéutica de Gadamer y Jauss, el horizonte pasado coexiste […] con el horizonte presente. El texto, en este sentido, es el espacio potencial o virtual del pasado que coexiste con el presente. Para que esta coexistencia se actualice es preciso, por supuesto, que el texto sea leído. Como sostiene Wolfgang Iser en el prefacio a The Act of Reading: “…el texto representa un efecto potencial que es realizado en el proceso de lectura” (ix). Sin embargo, estas dos dimensiones, la presente y la pasada, en nuestra perspectiva, son ya partes constitutivas del texto. (PRÓSPERI, 2016, p. 222.)

Na nota de rodapé seguinte, núm. 15, que encerra a última frase da longa citação anterior (PRÓSPERI, 2016, p. 221), ele dirá algo muito intrigante, bem ao final da nota: El codex recentior, la scriptio inferior, en nuestro caso, no es remisible a (ni identificable con) ningún texto efectivo o materialmente “existente”. (PRÓSPERI, 2016, p. 222.) Se não é identificável com nenhum desses, então não se trata mesmo de uma questão empírica. Ele aludiu a isso no final do parágrafo, donde vem a nota 15: ni el codex antiquior ni el codex recentior, ni el texto actual ni el texto virtual, ni el Quijote de Menard ni el de Cervantes, sino más bien una suerte de tercer texto intermedio, casi imposible, un límite, un pliegue, un inter-texto. (PRÓSPERI, 2016, p. 222.) Mas como diabos isso seria sequer pensável ou discutível? Ele está pensando num texto-limite, numa leitura-limite?

En Matière et mémoire, Bergson identifica al pasado con lo virtual y al presente con lo actual. Una de las tesis más importantes de este libro extraordinario es que entre la materia y la percepción no hay una diferencia de naturaleza sino de grado; en cambio, entre la materia y la memoria, entre lo actual y lo virtual, hay “una diferencia radical de naturaleza” (cfr. Bergson 141). […] En este delay cerebral, en este intervalo que se produce entre el estímulo y la respuesta, la memoria, lo virtual, dice Bergson, se inserta en la materia, en lo actual; el tiempo, el espíritu, se introducen en el cuerpo: “…esta memoria espera simplemente que una fisura se produzca entre la impresión actual y el movimiento concomitante para deslizar allí sus imágenes” (57). La memoria ejerce una presión sobre la percepción, intercala el pasado en el presente, el recuerdo en la sensación, el tiempo en el espacio o el espíritu en la materia. De algún modo, en el punto de contacto entre la materia y la memoria, en el límite o el pliegue entre la percepción y el recuerdo, se ubica la imaginación. Recordar es actualizar un contenido pasado. Para esto, es preciso que ese recuerdo puro, plenamente virtual e impasible, se encarne en una imagen. Esa es la función de la imaginación. (PRÓSPERI, 2016, p. 223)

E já na nota de rodapé 17 (PRÓSPERI, 2016, p. 224): Es preciso notar que Iser cita a Whitehead en The Act of Reading para explicar el proceso de lectura. Luego de transcribir un pasaje de Science and the Modern World, escribe lo siguiente: “…existe un proceso continuo de actualización, y por lo tanto la lectura misma sucede como un acontecimiento, en el sentido en que lo que leemos asume el carácter de una situación abierta, al mismo tiempo concreta y fluida” (68). Essa definição é belíssima: a leitura segue virtual mesmo ao concretizar-se (atualizar-se), segue sempre tendo uma dimensão potencial que pode ingressar na realidade a qualquer momento através de algum processo concreto/atual, bastam condições para isso, incluindo a aleatoriedade dos encontros.

El codex recentior designa el texto efectivamente escrito, el texto que percibimos con nuestros ojos. Por eso lo actual, en Bergson, se identifica con el mundo de la percepción. Y por eso la percepción, también, es siempre presente. Bajo esta primera determinación, la lectura del texto actual, del codex recentior, es por necesidad presente 18.

18 Esta tesis se ajusta perfectamente a la concepción de la lectura propuesta por gran parte de los teóricos de la estética de la recepción, para quienes leer no es sino actualizar un texto escrito. La lectura, en este sentido, se presenta como un proceso de actualización. (PRÓSPERI, 2016, p. 224)

Na nota de rodapé 20, na página 225, PRÓSPERI (2016) estipula um excelente argumento, ainda que obscuro ou impreciso, precisamente porque desafia o estatuto empírico. A imprecisão deve-se ao estatuto real, porém não atual, ideal, sem ser abstrato, do texto inferior ou apagado pelo palimpsesto. Como se pode compreender algo assim, uma vez que o empírico está explicitamente fora de jogo? Repete-se a nota a seguir, apenas para se ter uma base a partir da qual pensar essa questão.

20 Muchas veces se suele interpretar de una manera errónea la idea de “fusión de horizontes” planteada por la hermenéutica de Gadamer y, a partir de él, por Jauss. En nuestra perspectiva, la cual se basa fundamentalmente en el pensamiento de Bergson, el pasado, lo virtual, coexiste en el mismo texto. En este sentido, la distinción actual/virtual no posee una naturaleza meramente cronológica, como pareciera inferirse de algunas de las tesis propuestas por la corriente hermenéutica. El texto es a la vez actual y virtual, lo mismo que el proceso de lectura. Ya el texto, en sí mismo, posee una dimensión actual representada por las letras escritas, y otra dimensión virtual que, incluso sin ser actualizada por la lectura, es no obstante real. Por eso Bergson distingue entre los recuerdos imágenes y los recuerdos puros. Ambos son virtuales, pero mientras que los primeros son susceptibles de ser actualizados, los segundos no lo son necesariamente. Gilles Deleuze utiliza una frase de Proust para referirse a estos recuerdos puros: “reales sin ser actuales, ideales sin ser abstractos” (Le bergsonisme 99). Wolfgang Iser, por su parte, parece sugerir una idea similar, aunque desde otra perspectiva, cuando escribe: “…el potencial total [de sentidos de un texto] no puede ser nunca colmado en el proceso de lectura…” (The Act of Reading 22). Resulta problemático establecer con precisión el estatuto ontológico del texto virtual o potencial. Según las tesis de Bergson y de Deleuze, lo virtual es real sin ser actual. Desde una óptica similar, Whitehead pareciera llegar a la misma conclusión respecto a la existencia o realidad de los objetos eternos (puras potencialidades, entidades conceptuales no actuales). (PRÓSPERI, 2016, p. 225)

Apesar da citação enorme, segue obscuro e indecifrável do que se trata. Haveria muitas possibilidades, cite-se uma, a partir de Saussure: o texto inferior, apagado pelo palimpsesto, consiste no estado atual da língua — hipótese sagaz, uma vez que, de fato, o leitor sempre a enfrenta em sua experiência, podendo, assim, transcendentalizá-la como PRÓSPERI (2016) parece tentar fazer com sua hipótese. Além disso, o texto inferior seria sempre maior que o texto atual, o que é vantajoso, pois abocanha a noção de Wolfgang Iser de que nunca se consegue atualizar todos os sentidos de um texto em uma leitura. Resta saber se todos os sentidos constam na coleção de todas as leituras ou se permanece sempre uma reserva de negatividade. Creio que reste alguma negatividade, seria bem alinhado ao sagaz espírito dos anos 1970s em que Wolfgang Iser criou sua obra.

Ao afirmar que Bergson, en Matière et mémoire, sostiene que el presente no es sino “la síntesis actual de todos nuestros estados pasados” (cfr. 87) o, lo que viene a ser lo mismo, que el pasado existe de “forma condensada” (cfr. ibíd.) en nuestro presente21 (PRÓSPERI, 2016, p. 225), comenta, na nota de rodapé 21 que encerra a sentença: el codex recentior es el extremo actual del codex antiquior, su punto más contraído (PRÓSPERI, 2016, p. 225), o que não é dizer pouca coisa, ao contrário, é afirmar que o virtual contém o atual, tornando-se assim um reservatório de potencialidades. Isso, todavia, contradiz a posição de Wolfgang Iser, o que gera problemas, pois em Wolfgang Iser o atual é sempre (apenas) uma atualização do virtual, mas isso não quer dizer que o virtual o exceda, senão que são, na verdade, uma e mesma coisa. Talvez PRÓSPERI (2016) esteja dizendo isso e eu não o compreendera a princípio. Pode ser.

Sim, PRÓSPERI (2016) está dizendo o que se afirmou no parágrafo anterior. Veja-se na citação a seguir.

Si bien lo actual y lo virtual, el codex recentior y el codex antiquior, difieren por naturaleza, existen no obstante en una relación mutua de imbricación o coalescencia. A esta relación entre lo actual y lo virtual, es decir entre el presente y el pasado, se refiere también Deleuze, en Le bergsonisme, con la expresión paradoja de la contemporaneidad (cfr. 57). Esta expresión avanzada por Deleuze para explicar uno de los aspectos más problemáticos e incomprendidos del bergsonismo nos resulta útil y pertinente en la medida en que nos permite abordar la relación entre ambos códices y ambas escrituras no ya como una relación de sucesión, sino de simultaneidad y coexistencia. Para pensar esta relación, y en consecuencia para poder elaborar nuestra categoría de palimpsesto, es preciso tener en cuenta al menos cuatro aspectos del pensamiento de Bergson: 1) el codex recentior designa el texto actual, así como el codex antiquior el texto virtual; 2) ambos textos difieren por naturaleza, pero sin embargo existen (o, más bien, coexisten) bajo una relación de coalescencia o de imbricación inmanente; 3) por las fallas o grietas del texto actual se insinúa (o inserta) el texto virtual; 4) el pliegue de ambos textos, el intervalo entre el texto actual y el virtual, el inter-texto es el espacio topológico de la imaginación22.

22 En el capítulo 6 de The Act of Reading. A Theory of Aesthetic Response, Wolfgang Iser señala la importancia que posee la imaginación, es decir la facultad capaz de crear imágenes mentales, a la hora de comprender la lectura de un texto literario. No solo la comprensión y el sentido del texto dependen de esta facultad, a la que Kant había calificado de “misteriosa”, sino que ella indica el lugar (o no-lugar) en el que el mundo del texto y el mundo del lector se articulan. “Resulta extremadamente difícil decir dónde terminan las señales y dónde comienza la imaginación del lector en este proceso de proyección” (135); y un poco más tarde: “Lo que el lenguaje dice es trascendido por lo que encubre, y lo que encubre representa su verdadero significado. El sentido de la obra literaria permanece vinculado a lo que dice el texto impreso, pero requiere de la imaginación creativa del lector para concretizarlo” (142). (PRÓSPERI, 2016, p. 226)

Como se previu, PRÓSPERI (2016) estava falando disso mesmo. Essa relação de encubrimento parece complicada, talvez haja termo melhor para isso, mas siga-se assim por ora.

Ele postulará que o intervalo entre os códices é o lugar mesmo de sua teoria da leitura literária. A teoria, contudo, segue indefinida, veja-se a seguir.

El intervalo entre ambos códices es el lugar de la oscilación misma. En este pliegue difícil de aprehender, se efectúa la economía de ambas escrituras, el intercambio de fuerzas entre los dos textos del palimpsesto. Economía que se define a través de dos movimientos pendulares: uno que va de lo virtual a lo actual (y que Bergson identifica con la reminiscencia); otro que va de lo actual a lo virtual (y que Bergson identifica con el olvido). Estos dos movimientos, de contracción (hacia lo actual) y de dilatación (hacia lo virtual), vale la pena aclarar, no suponen ningún dualismo, sino más bien una impregnación de dos escrituras que constituyen un mismo tejido, una misma experiencia. Lo esencial no son tanto los términos de la relación, el codex antiquior o el codex recentior, sino más bien, como sugeríamos a partir del Pierre Menard de Borges, su interconexión, su pliegue o su intervalo. No ya este o aquel texto, sino éste Y aquél, Cervantes Y Menard. Por esta razón Claire Parnet, en sus Dialogues con Gilles Deleuze, ha podido afirmar que la única manera de deconstruir los dualismos es por el medio. (PRÓSPERI, 2016, p. 227)

Como a citação “esclarece”: nada resta claro. Ainda se afirmam possibilidades e lugares textuais que não se consegue definir ou explicar com clareza satisfatória. A única coisa que se ganhou: sabemos que o intervalo entre os dois termos é o essencial para a hipótese do que seria a leitura literária em PRÓSPERI (2016). A ênfase no “e” que habita entre um termo e outro será processada, a seguir, nos mesmos termos que HAMACHER (2015) colocava na Minima philologica (2015). Veja-se na citação a seguir.

La lectura literaria atañe especialmente a esta “Y” que se instaura entre el codex antiquior y el codex recentior, entre el texto virtual y el texto actual. Leer literariamente significa seguir (y al mismo tiempo trazar) la línea delgada que se instaura entre la scriptio inferior y la scriptio superior; significa recorrer el estrecho arroyo que no pertenece ni al texto visible ni al invisible; dejarse llevar, en una evolución a-paralela, por el ritmo de las fuerzas que oscilan entre ambas escrituras. Esta oscilación, hemos también señalado retomando una idea de Matière et mémoire, concierne de manera esencial a la imaginación. El vínculo entre la lectura literaria y la imaginación es, por eso mismo, también esencial. (PRÓSPERI, 2016, p. 228)

Adiante, PRÓSPERI (2016) evidencia o argumento de Wolfgang Iser.

El proceso de lectura, el proceso a través del cual se concretiza el sentido de una obra literaria se caracteriza, para Iser, por una polaridad esencial: de un lado, el texto escrito por el autor (polo artístico); del otro, el lector que actualiza el texto (polo estético). (PRÓSPERI, 2016, p. 228.)

En función de esta polaridad, es claro que la obra misma no puede ser idéntica al texto o a la concretización, sino que debe ser situada en algún lugar entre los dos. Debe ser inevitablemente virtual en carácter, en la medida en que no puede ser reducida a la realidad del texto o a la subjetividad del lector, y es de esta virtualidad de dónde deriva su dinamismo (Iser 21).

Esse argumento é bem conhecido: a obra habita entre o texto empírico, as possibilidades de intepretação e as leituras realmente concretizadas por leitores empíricos. É um argumento transcendentalizante ao gosto kantiano, porém muito sagaz, deve-se admitir. Ainda assim, no parágrafo seguinte a essa citação de Wolfgang Iser, PRÓSPERI (2016) distinguirá sua posição, bem como na nota de rodapé 26 que acompanha o parágrafo. Cite-se extensamente para dar-se conta da diferenciação, importante neste caso.

Como resulta evidente, Iser considera que los dos polos que constituyen la tensión propia de toda obra literaria se identifican con la figura del autor y del lector. Según nuestro enfoque, esta distinción de Iser descansa sobre dos polaridades previas: una polaridad interna al texto (scriptio inferior y scriptio superior); otra interna al lector (la percepción presente y el recuerdo pasado, la materia y el espíritu —para decirlo en términos bergsonianos). Por eso Iser puede llamar virtual al espacio que se abre entre el texto y el lector, mientras que nosotros reservamos ese término para referirnos al texto invisible, al codex recentior26. Esta virtualidad existe también, lo hemos visto a partir de Bergson, en la subjetividad del lector: es la memoria, el recuerdo, el inconsciente. Lo importante es que la lectura se produce cuando el pliegue del lector, la imaginación, se fusiona con el pliegue del texto. La fusión de horizontes, en nuestra perspectiva, debe entenderse como un contacto entre dos límites: el límite psíquico del lector (la imaginación, que ocupa el espacio intermedio entre la sensibilidad y el entendimiento, según la filosofía kantiana, o entre la percepción y la memoria, según la filosofía bergsoniana); y el límite específico del texto (la línea inextensa que articula la scriptio inferior, el plano virtual, con la scriptio superior, el plano actual).

26 Es verdad que Iser reconoce que en toda obra literaria existe un texto formulado y un texto no formulado. Este texto no formulado consiste en “repertorios” (el mundo familiar extratextual aludido en el texto) y “estrategias” (en el caso de la novela: narrador, personajes, trama y lector ficticio) que constituyen estructuras o esquemas a partir de los cuales el lector concretiza el sentido (los sentidos, a decir verdad) del texto. Cfr., al respecto, The Act of Reading caps. 3 y 4. Nuestra categoría de texto virtual (scriptio inferior), sin embargo, si bien no excluye estos elementos señalados por Iser, no se identifica totalmente con ellos. El trasfondo bergsoniano sobre el cual se apoya nuestra propuesta teórica conduce a plantear, no tanto una fenomenología de la lectura cuanto una ontología del texto o, mejor aún, una fenomenología de la lectura que se apoya necesariamente sobre una ontología del texto. Así como Deleuze, comentando a Bergson, sostiene que recordar significa saltar en la ontología, saltar al Ser (memoria ontológica), asimismo leer significa, en cierto sentido, saltar también al ser del texto, experimentar la dimensión virtual (no representativa) insinuada en los límites del texto actual. (PRÓSPERI, 2016, p. 228–9)

No parágrafo seguinte, o primeiro da Conclusión (2016, p. 229), PRÓSPERI (2016) cita L’autore come gesto, de Giorgio Agamben, um texto belíssimo que merece releitura constante. Portanto, não é sem motivo que PRÓSPERI (2016) evoca, de modo indireto, as noções avançadas por HAMACHER (2015) já na citação que PRÓSPERI (2016) fizera da entrevista de Deleuze a Claire Parnet — visto que HAMACHER (2015) também traduzira Giorgio Agamben para a coleção Meridian: Crossing Aesthetics, da prensa universitária de Stanford, a alusão explícita ao pensador italiano torna-se previsível (igualmente ótima se previsível ou imprevisível).

[…] Giorgio Agamben propone llamar gesto a “…lo que permanece inexpresivo en todo acto de expresión…” y, al mismo tiempo, a lo que “…vuelve posible la expresión en la medida misma en que instaura en ella un vacío central” (cfr. Profanazioni 11). Que el ensayo de Agamben no se refiera meramente al autor, es decir al escritor, sino que englobe también al lector, y que por lo tanto el gesto sea precisamente el centro vacío en el que el autor y el lector se ponen en juego, es evidente por la función determinante que desempeña el concepto de gesto en lo que concierne a la lectura. “Él [el autor como gesto] es lo ilegible que vuelve posible la lectura, el vacío legendario del cual proceden la escritura y el discurso” (Agamben 12). Nos interesa particularmente esta noción de gesto, entendido como aquello que, siendo invisible y ausente, hace posible la presencia del discurso, ya que nos permite pensar la relación entre las dos escrituras que constituyen las dos caras, actual y virtual, de todo texto literario. (PRÓSPERI, 2016, p. 229)

Apesar de fazer uma interpretação perigosa e duvidosa de Giorgio Agamben, PRÓSPERI (2016) parece escapar de uma interpretação ingênua ou estúpida do gesto e do invisível que funda a visibilidade. A citação que se estende da p. 229 à 230 esclarece isso e reforça a manutenção transcendental do entendimento da leitura literária que PRÓSPERI (2016) está propondo (como se quer interpretar aqui). Veja-se a seguir.

Si, de acuerdo a nuestra hipótesis, todo texto literario puede ser considerado un palimpsesto, es porque en él conviven dos planos diversos: uno que podríamos identificar con el discurso efectivo o con la palabra escrita, presente, actual; otro, virtual, que podríamos identificar con la noción de gesto, con aquello que no está presente, que no está dicho pero que, desde su ausencia irrepresentable, hace posible la escritura efectiva. La lectura literaria haría referencia, entonces, a estos dos registros inescindibles: la palabra, lo dicho, la presencia, lo representable; el gesto, lo no-dicho, la ausencia, lo irrepresentable […] sería una tentación considerar que la lectura, la “verdadera” lectura literaria, consiste en develar el gesto, en hacer visible lo invisible, en decir lo no-dicho. Sería una tentación errónea e infructífera. Sería suponer, como por detrás del texto escrito, de la scriptio superior, un segundo texto más originario, fundamental, que contendría la verdad y el sentido de lo dicho. Sería convertir a la scriptio inferior en el fundamento negativo de la scriptio superior. El estatuto del gesto, por el contrario, es similar al del enunciado según Foucault: al mismo tiempo no visible y no oculto. Pero si leer, al menos en el sentido en que aquí lo consideramos, no concierne específicamente ni al texto visible ni al texto invisible, ni al codex antiquior ni al codex recentior, si cuando leemos no leemos ni la scriptio inferior ni la scriptio superior, ni a Cervantes ni a Menard, ¿qué leemos cuando leemos? (PRÓSPERI, 2016, p. 229–30)

No parágrafo seguinte, PRÓSPERI (2016) definirá a leitura literária em seu entendimento, mas, novamente, repetindo os termos já apresentados sem esclarecê-los muito: Leer es abrir una fisura entre las dos escrituras, entre la palabra y el gesto, abrir un hiato entre el texto actual y el texto virtual para instalarse allí. Este movimiento intersticial de apertura, esta práctica del intervalo es por necesidad, como hemos visto, traumática28. (PRÓSPERI, 2016, p. 230.) Na nota de rodapé 28, estendendo-se da página 230 à 231, PRÓSPERI (2016) explicará ainda mais uma de suas matrizes sem esclarecer completmaente do que se trata a leitura literária. A nota de rodapé é imensa, como a maioria das outras notas presentes no texto de PRÓSPERI (2016) — talvez um indicativo de baixa síntese, de que o texto foi feito às pressas e não conseguiu condensar nada, espalhando-se em notas e mais notas, todas enormes, que não dizem nada profundamente esclarecedor sobre a hipótese do texto, adicionando apenas pequenas curiosidades teóricas, veja-se a seguir.

28 Es preciso aclarar que en este espacio intersticial que se abre entre ambos textos, la escritura y la lectura tienden a volverse indiscernibles. No porque escribir sea igual que leer, sino porque este hiato o pliegue que separa y a la vez articula la scriptio inferior y la scriptio superior funciona como un lugar de encuentro, una superficie sin espesor en la que el lector y el autor, el ojo que lee y la mano que escribe, acaso por un instante, comparten una misma experiencia. De ahí que tanto la escritura como la lectura sean del orden de lo traumático. En este punto, la experiencia de la lectura literaria se acerca al concepto de “experiencia pura” formulado por William James. La “experiencia pura [pure experience]” (cfr Essays in Radical Empiricism 12), sostiene James, hace referencia a un flujo vital previo a todo dualismo y a toda distinción sujeto/objeto. En el ensayo titulado The Thing and its Relations, por ejemplo, leemos: “Experiencia pura es el nombre que le doy a un flujo inmediato de vida el cual proporciona el material para nuestra posterior reflexión con categorías conceptuales” (49-50). Según James, este flujo de vida o esta experiencia pura designa un punto o lugar de intersección de dos procesos: uno que constituye un campo de conciencia, otro que constituye el contenido de lo representado por esa conciencia. Es importante destacar, como dijimos, que tal distinción entre conciencia y contenido remite a un único plano de experiencia, el cual puede considerarse desde dos perspectivas diferentes: la del sujeto y la del objeto. Por eso James puede sostener que tanto “…el conocedor como lo conocido son la misma porción de experiencia considerada bajo dos contextos diferentes…” (30). Según nuestra perspectiva, la lectura literaria puede ser comprendida a partir de este concepto de James. El lector y el texto leído, el sujeto y el objeto, remiten a un mismo tejido (¿texto?) de experiencia que se identifica con la vida misma. Por esta razón, identificar al autor y al lector como “estrategias textuales”, tal como hace Eco en varios de sus textos (cfr., por ejemplo, Lector in fabula 87-89), ¿no supone concebirlos como dos vectores o variables de una misma experiencia textual? Sobre el concepto de experiencia pura como condición de posibilidad tanto del sujeto como del objeto, cfr. el primero de los ensayos contenidos en Essays in Radical Empiricism (1912) titulado Does ‘Consciousness’ Exist? Esta experiencia compartida, además, puede ser asimilada, aunque desde otra óptica, a la “fusión de horizontes” planteada por Hans Georg Gadamer en Verdad y método, y retomada posteriormente por Hans Jauss. (PRÓSPERI, 2016, p. 230–1)

Como afirmado antes, PRÓSPERI (2016) reúne citações e referências, mas não consegue definir com precisão do que se trata a sua hipótese da leitura literária. Prolifera citações sem explicá-las com profundidade e, pior, sem sintetizá-las rumo ao essencial para seu argumento. Além disso, há saltos argumentativos inexplicados: na citação estendida a seguir, pode-se ver na nota de rodapé (núm. 29) esse problema de raciocínios saltados e inexplicados.

Leer es hacer experiencia de ese trauma que consiste en inmiscuirse en el pliegue, en el umbral en el que se juegan las tensiones y las fuerzas entre ambas escrituras29.

29 En este sentido, la experiencia de la lectura, la lectura como experiencia, supone una puesta en juego radical de la vida en su totalidad, tan radical como la experiencia de escritura. No se trata, por supuesto, de un mero proceso intelectual, sino de una experiencia corporal decisiva que incluye, en cuanto tal, procesos intelectuales y emocionales. En la introducción a la Historia de la lectura, Roger Chartier escribe unas palabras que sintetizan de algún modo esta experiencia esencial: “La lectura no es solamente una operación intelectual abstracta: es una puesta a prueba del cuerpo, la inscripción en un espacio, la relación consigo mismo o con los demás” (19). (PRÓSPERI, 2016, p. 231)

Pode-ser dizer que a leitura literária coloca o corpo em jogo, envolve a experienciação de um trauma, mas nada disso está explicado, quer dizer, não se explica como e/ou porque é (seria, deveria ser) assim. Desse modo, parecem apenas palavras dramáticas e fortes para convencer o leitor à força de retórica sem argumentos, à força de comoções, efeitos estéticos — a mesma estratégia do discurso jornalístico mentiroso (fake news, conspiracionismos) e do discurso mercadológico (marketing, propaganda, advertising, psicólogos colaborando com grandes empresas para pegar os consumidores pelas emoções). O raciocínio não é, portanto, rigoroso, ainda que seja bombástico. Não se quer recusar a hipótese proposta por PRÓSPERI (2016), apenas evitar seus pontos cegos e melhorá-la para que não possa ser destruída facilmente, tornando-se ferramenta realmente útil e potente para o estudo da literatura e da leitura literária. Esses saltos, com interrupções de raciocínios, descontinuidades, demonstram a influência de Kant sobre PRÓSPERI (2016), a qual também fica evidente na frase seguinte do mesmo parágrafo e, mais ainda, na nota de rodapé (núm. 30) que a acompanha, veja-se a seguir.

Lo que se abre, entonces, es el espacio mismo de las fuerzas, la superficie de los acontecimientos que oscilan entre ambos registros30.

30 Este espacio oscilatorio, hemos sugerido, es propio de la imaginación. En la Kritik der reinen Vernunft, por ejemplo, se vuelve evidente este lugar intermedio que ocupa la imaginación. Para Kant (aunque se trata en verdad de un aspecto inherente a la historia de la filosofía), la imaginación funciona como el nexo entre la sensibilidad y el entendimiento. A través del esquematismo, la imaginación conecta las intuiciones con los conceptos para que sea posible el conocimiento (cfr. Kant 196-205). (PRÓSPERI, 2016, p. 231)

Na frase seguinte, que encerra o parágrafo, PRÓSPERI (2016) torna a interpretar mal o conceito de gesto de Giorgio Agamben: Siempre que leemos hacemos la experiencia de una palabra que se desplaza hacia lo indecible, que tiende a hacerse gesto, y de un gesto que se desplaza hacia lo decible, que tiende a hacerse palabra. (PRÓSPERI, 2016, p. 231.) Em Giorgio Agamben, um gesto pode estar em uma palavra, assim, a conversão (deslocar-se até o dizível/tender a tornar-se gesto) incorre numa interpretação empírica do gesto, que não estava proposta na definição que o pensador italiano dá ao conceito, senão, ao contrário, esse é transcendental e eminentemente negativo, isto é, ausente de toda empiria, condicionante sem ser condicionado.

O último parágrafo do texto não o redime, apesar de ser excelente. As longas notas de rodapé que o compõem são valiosas e apontam numa direção similar a alguns ensaios de PRIGENT (2017). Reproduza-se a seguir a fim de comentar-se.

Partíamos de la pregunta ¿qué significa leer un texto literario? Respondemos, ahora: significa demorarse en un espacio que no pertenece exclusivamente ni al orden de lo visible ni al orden de lo invisible, significa instalarse en un lugar que ni siquiera es un lugar, en un espacio que no es un espacio; significa recorrer el entretejido, el inter-texto, no ya para develar lo invisible, lo no-dicho31, sino para sondear el margen o la frontera en la que lo no dicho y lo dicho, lo virtual y lo actual, alcanzan su punto de mayor tensión y a la vez de mayor proximidad32. Por eso los autores que más nos fascinan, sin duda, son aquellos en los que ambas escrituras, ambos registros, presentan las máximas diferencias, llegando incluso a contraponerse. Lo decisivo, en todo caso, es esa superficie de encuentro, ese intersticio escritural. No hay lectura literaria que no aluda, directa o indirectamente, a ese margen que se instaura entre el texto visible y el texto invisible, entre lo actual y lo virtual, entre la vida y la muerte. La lectura literaria, en suma, es la experiencia del Tiempo33.

31 En Lector in fabula, Umberto Eco alude a esta dimensión no dicha de un texto como un elemento indispensable para la concreción del sentido implícita en toda lectura literaria. “‘No dicho’ significa no manifiesto en la superficie, en el plano de la expresión: pero precisamente son esos elementos no dichos los que deben concretizarse en la etapa de la actualización del contenido. Para ello, un texto (…) requiere ciertos movimientos cooperativos, activos y conscientes, por parte del lector” (74).

32 Julia Kristeva, en Le sujet en procès, sostiene que el “…lenguaje como práctica social supone siempre dos modalidades, que no obstante se combinan de manera diferente para constituir diversos tipos de discursos, diversos tipos de prácticas significantes” (159-160). Kristeva identifica a estas dos modalidades del lenguaje con lo simbólico y lo semiótico. El extremo simbólico del lenguaje estaría representado por los discursos científicos, mientras que el extremo semiótico lo estaría por los discursos literarios, sobre todo poéticos (Céline, Artaud, Mallarmé, Lautréamont, etc.). Es posible identificar, en este sentido, a lo simbólico de Kristeva con la scriptio superior, el codex recentior, es decir la dimensión actual del texto, y a lo semiótico con la scriptio inferior, el codex antiquior, es decir la dimensión virtual. De tal manera que sería en la literatura donde el gesto, lo virtual, encontraría un espacio (su espacio) de enunciación y de pronunciamiento. “En relación con el ‘espacio plano’ de un sistema, la narrativización crea un ‘espesor’ que permite colocar, junto al sistema, a su contrario o a su resto” (La escritura de la historia 104). Estas palabras de Certeau, empleadas para definir lo propio de la historiografía, resultan aún más pertinentes, a partir de la distinción esbozada por Kristeva, para pensar la escritura literaria. A una idea similar parece llegar Umberto Eco cuando, comentando el libro Obra abierta, sostiene que la “apertura” de la obra literaria es el caso extremo de una característica propia de los textos en general. Basándose, al igual que Kristeva, en algunos análisis de Jakobson, Eco escribe: “Los textos que en aquél momento definía como ‘abiertos’ son sólo el ejemplo más provocativo de explotación con fines estéticos de un principio que regula tanto la generación como la interpretación de todo tipo de texto” (Lector in fabula 16). En efecto, en Obra abierta, Eco entendía por apertura la serie prácticamente infinita de significados contenida en un texto literario. Lo propio de la apertura que caracteriza a los textos literarios es la ambigüedad. “La característica del mensaje poético consiste en poseer una ambigüedad de estructura que, estimulando interpretaciones múltiples, obliga a fijar la atención en su propia estructura” (Apocalípticos e integrados 109; cfr. también Jakobson 30, 218). En esta concepción de la obra literaria, el rol del lector es, por supuesto, fundamental: “…el lector del texto sabe que cada frase, cada figura, está abierta sobre una serie multiforme de significados que él debe descubrir…” (Obra abierta 34). En este sentido, lo propio de la lectura literaria consistiría, desde nuestra perspectiva, en mantener viva la tensión entre ambos textos, el actual y el virtual, la scriptio inferior y la scriptio superior. Y así como Kristeva sostiene que en los textos literarios, en especial los poéticos de vanguardia, el aspecto semiótico prima sobre el simbólico, asimismo podemos sostener que en los textos literarios el aspecto virtual se insinúa con mayor fuerza en la trama del texto actual, es decir que el texto actual y el virtual alcanzan un grado extremo de tensión. Lo propio de la lectura literaria, por esa razón, se encontraría en la actualización, no ya meramente del texto virtual, según la perspectiva adoptada en general por la estética de la recepción, sino del pliegue o del inter-texto, es decir del límite topológico en el que lo actual y lo virtual se fusionan, manteniendo sin embargo su heterogeneidad específica. No se trataría en consecuencia tanto de una fusión del horizonte presente del lector con el horizonte pasado del autor, sino más bien de dos fusiones: la fusión del horizonte presente del lector con la fusión de las dos dimensiones, actual y virtual, del texto literario. El lector actualiza una fusión textual, fusiona una fusión, la cual solo puede acontecer, no obstante, una vez que el texto es leído, es decir en el proceso de lectura.

33 Esta última frase alude implícitamente al título del ensayo de Roger Chartier La historia o la lectura del tiempo citado en la bibliografía. (PRÓSPERI, 2016, p. 232–3)

Quando cita Michel de Certeau dizendo que En relación con el ‘espacio plano’ de un sistema, la narrativización crea un ‘espesor’ que permite colocar, junto al sistema, a su contrario o a su resto, PRÓSPERI (2016) repete ideias de PRIGENT (2017) sobre a Dichtung, esse nome alemão tão peculiar para a poesia e a literatura (que não é nem Poesie, nem Literatur).

Do mesmo modo, retórica não é o nome de uma ornamentação ou de uma performance mais brilhante da expressividade. Retórica é o nome desse outro regime que induz uma complexidade, uma densidade (é o sentido etimológico, como se sabe, do termo alemão Dichtung). Retórica é o nome de uma dificuldade que resiste à impetuosidade do tempo, ao desaparecimento desastroso das coisas, dos seres, dos pensamentos no tempo. Retórica é o nome das técnicas que endurecem e que fazem durar essa resistência.

Petrarca dizia: “Não quero que meu leitor compreenda sem esforço o que eu mesmo não escrevi sem esforço”. Decerto não se deve ver nessa frase uma afirmação de elitismo esotérico. Muito pelo contrário: essa frase nos diz que poesia é o nome da chance dada a um leitor, engajado na vertiginosa precipitação prosódica ou nos empastamentos da polissemia, de colocar seu tempo transversalmente no tempo e de tomar momentaneamente, na espessura vagarosa da decifração, a iniciativa sobre o tempo. (PRIGENT, 2017, p. 19)

Referências

HAMACHER, W. Minima Philologica. New York: Fordham University Press, 2015.

PRIGENT, C. Para que poetas ainda? Tradução: Inês Oseki-Dépré; Tradução: Marcelo Jacques De Moraes. Desterro [Florianópolis]: Cultura e Barbárie, 2017.

PRÓSPERI, G. O. El texto como palimpsesto. Reflexiones en torno a la lectura literaria. Revista chilena de literatura, n. 93, p. 215–234, nov. 2016.

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